La hija del héroe

Entrevista por María Xavier Gutiérrez

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Testimonio sobre las revoluciones en Nicaragua 

Rosalía es su seudónimo, tiene 44 años, es médico. La conozco porque nuestras hijas van al mismo colegio y una tarde que conversábamos sobre la situación actual del país, me contó una anécdota increíble que quise profundizar, cuando meses más tarde le describí mi proyecto de recolectar memorias ella me dijo que quería hablar. Ella es de mi generación, su voz es muy firme y siento que representa la de muchos de mis amigos que se integraron enteros en las labores de la Revolución siendo unos niños, aunque a decir verdad, su historia va más allá,  comienza poco antes de sus cuatro años, les dejo una colección de fragmentos de sus relatos que hablan de ciclos de duelos, silencios, despertares y emancipaciones.

“…Un flash importante es haberme lavado los dientes, estaba mi papá presente que era muy raro, haberme lavado los dientes con jabón en vez de haber usado la pasta de dientes, porque me encantaba el jabón, esa es otra memoria que tengo, ahí si me acuerdo que estaba mi papa presente. Ya quizá más cercano a lo que es el mero 79, es que mi papá no podía llegar en el día, entonces solo llegaba en la noche, entonces su recuerdo de su cara es bien difuso, entonces solo me acuerdo de sus pantalones. Cuando él llegó una vez, una noche, él estaba clandestino, no podía llegar en el día, entonces yo me le tiré a las piernas”.

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“…yo cumplí 4 años el 4 de mayo de 1979 y a mi papá lo matan el 12 de mayo de 1979, un sábado me acuerdo… la masacre fue en Xiloá, nosotros vivíamos en Carretera Vieja a León, pero sí recuerdo el domingo, haberme dado cuenta de que algo pasaba y por eso es que lo tengo tan presente, porque mi mamá se puso a sacar, nosotros teníamos en la casa bastantes armas, mi papá estaba a cargo -hasta después me explicaron- que él estaba a cargo del plan de la insurrección de Managua, a él le habían dado ese trabajo, entonces él estaba recopilando armas, recogiendo armas y recogiendo también bombas molotov, entonces teníamos un montón de botellas, eran botellas y botellas, llenas algunas de kerosine y teníamos las armas. Entonces el domingo, el recuerdo que yo tengo bien claro era de esas bolsas plásticas -ya habían bolsas plásticas que hacían un ruidaje horrible, que eran bien duras me acuerdo- entonces era “ppprrrrrrr”, sonaban espantoso y haber ayudado a mi mamá a meter armas ahí, porque estábamos solas, mi mamá con nosotras dos chiquitas, y un tío de nosotros que apoyó siempre a mi mamá y a mi papá, y empezamos a meter las armas en esas y solo recuerdo el ruido de las bolsas que hacían ese ruido como crroc, crroc, crroc, y enterrarlas en un hoyo de la basura atrás de la casa, y todas las botellas y todo lo que por decirlo así que fuera peligroso, me imagino yo… Después de eso nos vamos a asilar a la embajada de México, inmediatamente, vamos mi mamá, mi hermana y yo, y de ahí no tengo más recuerdo que a los dos días que llega la mamá de mi papá a despedirse de nosotras llorando. En ese momento a mi nadie me dice que mi papá está muerto, nadie, que lo han asesinado, absolutamente, los niños no éramos considerados creo yo parte de la historia o no nos tomaban en cuenta, -pero si vos me decís que yo tengo un recuerdo que mi mamá se haya sentado conmigo y me haya dicho tu papá se murió o algo, absolutamente-, la que me lo dice a mi en el avión cuando ya estamos montados para irnos a México es mi hermana, la mayor, porque mi hermana la mayor se da cuenta que algo pasa  -ella tenía 7 años- y ella increpó a mi mamá y le dijo: “Mi papá está muerto, verdad?” y mi mamá le dijo que si. Entonces ella se me acerca a mi y me dice “mi papá está muerto”.

“… Nosotros nos fuimos en mayo de 1979 y regresamos a Nicaragua como en Noviembre, pasamos como 6 meses en México… venimos a pasar navidad aquí. Esa navidad fue tristísima, esa navidad fue horrible, o sea, mi familia, el lado de mi papá estaba destruido, y mi abuelita, la mamá de mi papá estaba súper deprimida.”

“Entonces llegan los ochentas y en vez de ser algo alegre porque había triunfado la Revolución yo siento que perdí a mi mamá en ese proceso, se convirtió literalmente en otra persona, en una personas que tenía que demostrarle al mundo o al Frente o a la gente con la que ella se había comprometido tanto, que ella tenía una promesa talvez a su esposo muerto, de que tenía que darlo todo por la Revolución, cuando te digo todo, es todo, o sea, ni las vueltas le vimos a mi mamá cuando venimos a Nicaragua, nos dejó literalmente donde mis abuelos, entonces ya los recuerdos que yo tengo de los 80´s ya no tengo mamá ni papá, pero si tengo dos increíbles abuelitos… fueron unos abuelos increíbles (llanto), que son los mejores abuelos que pude haber tenido y yo pensaba que era algo malo, en algún momento pensaba ¿Cómo es posible que esté creciendo con mis abuelos?, ¿por qué no tengo mama y papa?, es lo único que siempre me hace llorar, acordarme de lo bueno que fueron, porque eran dos personas increíbles. Mi abuelita estaba repitiendo su historia en nosotros, ella había perdido a su papa en la guerra de los liberales contra los conservadores. Me imagino que estaba viviendo su propia historia que fue de orfandad, que fue horrible, también de pobreza…”

Todas las cosas que pensé que era lo más feo que te pudo haber pasado, fueron las mejores cosas que te pudieron haber pasado. (Rosalía)

“…Yo pasé viviendo con mis abuelos desde 1980 hasta el 87… ya en 87 vivimos con mi mamá, nos cambia de colegio, ella no quería que viviéramos en esa burbuja, nosotros estudiábamos en el Calasanz que era un colegio privado que lo pagaban mis abuelos, entonces cuando ella va por nosotros nos dice “ustedes tienen que ir a un colegio público”, y tienen que pertenecer, involucrarse en lo que es la Juventud Sandinista y todas las cosas de la lucha de los ochentas y como pues yo sentía ese compromiso, yo ya tenía 10 años, 11 años, yo dije pues si, lo puedo hacer y nos metimos a la Juventud Sandinista, estudiábamos en el Rigoberto… Definitivamente era otra cosa, o sea ahí los chavalos eran fieras, ahí andábamos en bus, a pie, nadie nos andaba trayendo, nadie nos andaba vigilando, éramos de la Juventud Sandinista, de un núcleo que era más o menos fuerte, o sea la Juventud Sandinista del colegio Rigoberto era especialmente agarrada por cuadros de la Juventud Sandinista regional para ser líderes, entonces éramos muy capacitados, nos llevaban mucho a trabajo político y hacíamos mucho trabajo de barrio… imagínate que locurita, habernos mandado a los barrios, yo tenía 13 años… a reclutar chavalos para el Servicio Militar. Yo de 13 años convencer a un chavalo de 16 que se fuera voluntario -¡ah!-. Nosotros no queríamos ver que cuando nosotros caminábamos en la calle como Juventud Sandinista, nadie salía de las casas. Ahora lo recuerdo, cómo la gente nos detestaba, porque en ese momento yo no lo quería ver… Y me tocó ver, haber ido a componer las tumbas como Juventud Sandinista, haber ido a acicalar las tumbas de los Héroes y Mártires de una de las masacres, yo creo que fue la del 84,(*) de los de San José de las Mulas, que era un montón de chavalos y ver todavía en 1988, estamos hablando casi 4 años después, ver a las mamas tiradas en las tumbas llorando por sus hijos. Eso fue impactante para mi… en ese momento me hice muchas preguntas, o sea, ya no estaba yo tan ciega, a mi no me dieron la militancia de la Juventud Sandinista a pesar que en el 89 ya tenía 14 años porque yo era cuestionadora, porque yo les decía “a mi no me parece, que ustedes estén diciendo de que esto es así porque en la realidad en la calle es así, yo lo estoy viendo”, porque a mi me tocó alfabetizar cuando tenía 13 años, haber ido a alfabetizar a una familia de que los 4 iban a vender tortillas -los niños- y no iban al colegio, y entonces cuando me toca alfabetizar con el libro, el machete le llamaban que era pura adoctrinamiento, lo detesté. Entonces empecé a llevar mi Nacho y otros que tenía, y entonces me regañaron de que por qué no usaba el libro. Entonces esas cosas pues… había crecido con un sentido crítico, que tampoco estaba ciega por completo, yo me daba cuenta que habían cosas que no me parecían de lo que era la dirigencia incluso de la Juventud Sandinista. Vi el acoso de un montón de dirigentes viejos, viejos, que andaban detrás de las cipotas de 15, 16 años de la J.S. Una de ellas fue un acoso horrible que hasta su papa y su mama tuvieron que ir a hablar con el viejonazo…”

“Pero vienen las famosas elecciones, yo fui a la plaza, el famoso discurso del cierre de campaña, yo fui y si te puedo decir que vi la decepción de la gente en la cara cuando dijeron, cuando no abolieron el Servicio Militar, lo vi, lo viví, yo estaba abajo con la gente en la plaza… se me erizó la piel cuando vi el enojo de la gente… un montón de mamas que andaban ahí, mamas de chavalos chuiquitos de 10 u 11 años pero que están viendo el futuro, que el futuro es que en dos o tres año tu hijo se va al servicio. Esa rabia, no se cómo decirte, iban decepcionados”.

 “Después vienen los noventas, que fue maravilloso aquello, vinieron un montón de gente de afuera y se abrió Nicaragua al mundo, yo seguía en el Rigoberto y si recuerdo haber sido un año muy lindo… y de pronto se te va el recuerdo de la guerra, el recuerdo de eso como que lo querés enterrar y tapar.”

 “Algo que yo he tenido siempre desde chiquitita, es que yo recordaba haber visto la vida como una televisión. O sea mucho me abstraía del sentimiento para solo ser observadora. Cuando las cosas veía yo que se empezaban a poner difíciles de la realidad…yo vi pasar la vida como una película, es disociación dicen, una manera de disociarte de la realidad, estoy aquí pero no estoy aquí. Me pasó eso con las elecciones, lo vi pasar, lo vi pasar un poco desde afuera, como extrañada, ¿Cómo pasó esto?, ¿y entonces para qué se murió mi papá?, ¿para que ahora tengamos otra vez un sistema social que no es justo con la gente o que no es justo con la mayoría? Entonces me sentí un poco haber enterrado una segunda vez a mi papá, probablemente nunca lo enterramos de hecho porque no estábamos aquí, pero era como volverlo a enterrar, pero como también mi vida iba bien rápido en cuanto a lo que era crecimiento y avances entonces rápidamente pasé la página pues, aunque no creas, siempre me quedaba esa sensación como de que habían buenos y malos y que de pronto los malos eran buenos y que los buenos eran malos, esa sensación tenía porque además se cae el muro de Berlín, porque además entra la era de Gorbachov…. Y de pronto darte cuenta que la vida no es solo de buenos y malos, que la vida tiene demasiados grises… Yo te puedo decir que la sensación fue de pérdida, claro que si, pero fue de apertura también…”

Le pregunto a Rosalía sobre su duelo por la muerte de su padre porque me parece muy significativo que siendo él uno de los héroes de la Revolución, que representó la máxima entrega por la patria, sea su hija justamente quien cuestione el modelo de gobierno sandinista.

“Yo probablemente con mi papa no tengo más que la sensación de su ausencia porque simplemente no está, pero no porque él fuera una figura importante en mi vida, de hecho él no lo fue, cuando yo tenía un año de edad me cuentan a él lo echan preso, lo echan preso junto con Carlos Fonseca y con Tomás Borge y esta preso como 6 meses, lo torturan horrible, lo sacan pero él ya no puede regresar a la vida normal, entonces él no vuelve a vivir con nosotros, solo llega noches esporádicas, entonces él no era una figura importante en mi vida, él realmente era una figura más bien de abandono, de ausencia, una historia que no nos cuenta mi mamá nunca como fue que pasó todo. Entonces vamos al tema de la memoria, para mi mamá se vuelve un tema vedado mi padre, no se puede hablar de él, nunca, era una cosa que ella tenía como un muro en el que no podíamos tocar ese tema, y crezco solo con la gran cosa del héroe y mártir que dio su vida por la Revolución y no se que, pero realmente no fue un padre, él no fue un padre para nosotros, entonces era como más bien esa figura política y todo ese ensalzamiento pero no era nadie en la vida mía, ¡no era nadie!, solo era el ejemplo que había que seguir… Entro a estudiar medicina por el mismo tema social, el mismo tema de seguir trabajando en servicio de la gente… conozco a mi esposo, me caso, tengo hijos y de pronto, un día me doy cuenta, te estoy hablando 2014 que yo no he hecho el cierre con mi papa, que yo tengo -ahorita tengo 44 y en 2014 yo tenía 39 años- y yo no sabía quién era mi papá, nunca habíamos hecho un cierre con él, nunca, entonces yo le dije a mi hermana la mayor…. vamos a hacer un recordatorio de él, de 35 años, e hicimos las invitaciones entre ella y yo, y recogimos foto, recogimos su historia desde niño, hablamos con sus hermanos, con sus amigos, e hicimos el 12 de mayo del 2014, cuando cumplía los 35 años de muerto, hicimos esa reunión de recordatorio, llegó gente que lo conocía a él durante su lucha, por supuesto tenía que salir lo de su lucha pero también salió lo de su vida como tal, como niño, como hijo, como hermano, como esposo…al final yo hablé, yo dije pues, me despedí finalmente de él, y me dio paz, me dio tranquilidad… ahhh lo enterré, porque lo conocí, supe quien era, y me quedo tranquila con eso…”

Para entender a los vivos en Nicaragua, es necesario empezar por los muertos: «el país está lleno de fantasmas»

Rosalía se llevó decepciones que fueron socavando su afiliación al sandinismo, una es que al querer estudiar su especialidad en dermatología en el año dos mil, cuando se enfrentó con la mediocridad de doctores que siendo del partido le cerraron el espacio a pesar de tener excelentes notas y desempeño: “Entonces me voy a Cuba, por cierto la vida es durísima en Cuba, ahí me terminé de convencer que eso no funcionaba… es una cosa que te impacta, el fascismo en vivo y a todo color… ahí empecé a decepcionarme…” Sin embargo en 2006 cuando gana las elecciones Daniel Ortega le regresa el sentimiento de entrega social y la motivación por “cambiar las cosas”, entonces le hago la observación de que veo en ella el peso de su historia en sus hombros, noto que la vocación por el trabajo social está ligado a su legado familiar, en esta ocasión su labor fue en docencia, formando dermatólogos y reformando el currículum de la especialidad en la UNAN, que llevaba más de 40 años obsoleto.

Otras decepciones fueron la denuncia de abuso sexual de Zoilamérica Narváez, la candidatura a vice presidente de Rosario Murillo y el evidente derroche de recursos de los Ortega: “Así es que cuando llega este momento, yo ya no tenía los ojos tan vendados… (2018), yo ya había empezado a ver cosas de la reelección que no me gustó, que fuera Rosario Murillo la que quedara de vice-presidente, esa parte me mató. Lo de la Zoilamérica… nunca había podido leer el testimonio de la Zoilamérica sobre la violación y sobre el abuso… lo leí, es impactante, yo lloré…. la realidad se te empieza a imponer y vos decís, esto no está bien, aquí hay algo que no está bien, esto no puede ser, ese derroche de todo, de dinero como si fuéramos un país rico, no va conmigo y cuando estalla lo del 18 de Abril no te niego que estuve en negación como tres días que yo no me quería dar cuenta que era lo que pasaba, pero te llega, porque tu hija llega a te dice “¿mamá, y es que no saben ellos lo que pasó con María Antonieta y Luis XVI? No saben que les puede cortar la cabeza la gente, que va a llegar a sus casas y se las van a querer cortar”.

“Todavía me podía llamar sandinista yo pero ya empezaba a hacer la diferencia entre orteguismo y sandinismo y si ahorita me preguntas qué es lo que creo, también el sandinismo está enterrado para mi, aunque con esa bandera está enterrado mi papá… no puede seguir como partido político, no se si va a desparecer pero mi deseo es que desaparezca, que haya memoria y todo pero no como un partido, no como una posibilidad de regreso para este país, a esta historia que ha sido para mi la más espantosa que jamás pensé que iba a vivir, nunca se me pasó por la mente haber enterrado un papá para enterrar una dictadura para volver a estar en esto…”

En la historia familiar de Rosalía hay un ciclo que ella quiere romper: “Mi abuelita contaba que no lo encontraron porque eran tantos los muertos, que habían más de 100 muertos en la masacre, fue una masacre que hubo de los conservadores contra los liberales del Cosiguina, y entonces les tocó ir a buscar el cuerpo de su papá, y habían tantos que lo que agarraron fue un cuerpo que encontraron ahí medio destruido y ese fue el que enterraron como su papá -1922 aproximadamente- antes de Sandino. El era médico y abogado. Era súper estudioso y era dirigente liberal, es una historia que se repite».

“…yo quiero romper aquí el ciclo, yo no lo repito, y por eso fue que me detuve, por eso en algún momento en que yo estaba con ese mandato otra vez y que sí uno se involucró mucho y que sí uno empezó a ayudar y empezó a hacer -porque además sos médico-, y además como sos médico te sentís comprometido a darlo todo por la gente que lo necesita, es también otro mandato que tenés como médico, el de salvar vidas, eso no te lo pueden quitar…”

Como dice Rosalía, la realidad empieza a imponerse frente a uno mismo y a veces se repiten los ciclos de formas diversas:  “En un momento álgido de la represión nosotros teníamos en la casa banderas y chimbombas azul y blanco, y entonces había pasado algo de que nosotros habíamos apoyado una situación muy especial, habíamos lanzado un comunicado como padres de familia del colegio pero no habíamos puesto quienes, al día siguiente yo tenía -estaba sola en la casa con dos empleados- y habían seis camionetas abajo, de paramilitares encapuchados y todo… y de pronto digo yo, ¿Qué es lo que tengo aquí que me comprometa?, sabes, mi esposo tenía 4 armas en la casa, todas con permiso -por la finca ellos tienen armas-… vos crees que yo fui a esconder las pistolas, fui a agarrar las chimbombas y las banderas e irlas a enterrar a un basurero atrás de mi casa y a mi se me viene de pronto el recordatorio de estar ayudando a mi mama al día siguiente que matan a mi papá de ir a enterrar las armas. Yo decía ¡Qué locura es esta?!, ¿qué estoy enterrando?, mi bandeeera, mi bandera azul y blanco, la bandera de mi país voy a enterrar, para que estos demonios no la encuentren. A mi de pronto se me salió una lágrima, porque yo dije este es el colmo, ¡Qué decentes que somos!. Estamos enterrando chimbombas y banderas. Y aquellos que eran mi mamá y mi papá enterrando pistolas y bombas molotov, ¿Qué contradicción es esa? ¿quiénes son los terroristas?… mi mamá ha llorado horriblemente, yo la veo que la ha golpeado horriblemente esto, porque sabe que no hay argumento lógico que vos podas defender esto. El movimiento universitario -me dice mi mamá recién comenzó-, para que ustedes sepan yo vengo del movimiento universitario, yo entré de 16 años a la universidad, y a los 18 yo estaba apoyando a doña Lydia Saavedra en la entrada al Chipote para que la dejaran ver a Daniel, no se los perdona. El movimiento universitario es el que alimentó al Frente Sandinista, ¿Cómo le hacen eso a los universitarios? Hemos sido decentes, digo como pueblo pues… es un pueblo increíble”.

“…Después de esa situación que nos pasó yo tuve que hacer un retroceso porque no quería repetir tampoco mi historia (el asedio de paramilitares), no quiero que mis hijos repitan la historia de mi papá, quiero que ellos vivan una vida diferente”.

Pregunto a Rosalía qué opina de su generación, misma mía, sobre la que cuelga un cartel que nos tilda de apolíticos, quizá apáticos, que no asumimos roles decisivos en la vida social de este país, me veo y además busco en mis 360 grados y al menos nadie cercano a mi lo ha hecho, como muestra un botón, mi esposo que fue de la Juventud Sandinista, hizo el Servicio Militar y se integró en cualquier tarea que urgía de su militancia, quedó extenuado del tema y al margen de cualquier sacrificio patrio, en buen nicaragüense decimos quedó fundido. Pienso que talvez mi generación, la que nos quedamos aquí adentro, es hija de esos héroes, de los indispensables del poema de Bertolt Brecht, hijos e hijas de esos mitos inalcanzables porque dejaron de ser humanos para convertirse en un ideal.

“Siento que fuimos una generación muy dañada, porque acordate que vivimos el cambio de Somoza, a los ochenta a los noventa, en el que además tenías que estar siempre supeditado, bajo la generación que nos precede, la de nuestros padres, vas a hacer esto, vas a hacer aquello, políticamente, -no yo, no yo con mi vida que cuando decidí tomar las riendas he tratado de ser consecuente con lo que creo y lo que digo-, pero sí mi generación es muy apagada, esperando que los de arriba, que los mayores nos digan qué hacer, siempre he sentido eso yo. Y de hecho si me preguntas, no es la generación X la que puso a la orilla del abismo a este gobierno, fueron los cipotes, los famosos mileniales que los detestábamos -al menos yo- y menores, la generación Z (*) que le dicen, la de mi hija, me impresionó, porque todos estos chavalos Nairoby, Lesther Alemán, son cipotes de 18, 19 años, y decidieron agarrar la batuta de esto… entonces yo siento que los chavalos sienten “Es mi futuro”, “es mi vida”, por lo tanto tengo que formar parte de esta lucha, y que nos tocó a nosotros como generación X, apoyarlos… jamás se me ocurrió decir voy a ver a otro lado y no voy a hacer nada, no pude hacer eso, tuve que ayudar y ayudar en la medida de lo que pude….”

¿Cómo te sentís en este contexto?

“Por donde va a ser esta situación de cambio no tengo idea, eso es lo mas triste, sentir que no sabes por donde va a venir, tengo la esperanza y tengo la fe de que definitivamente de esto va a salir algo bueno porque a lo largo de mi historia personal, lo que te mencioné de mis abuelos, todas las cosas que pensé que era lo más feo que te pudo haber pasado fueron las mejores cosas que te pudieron haber pasado…entonces siempre he tenido esas experiencias en las que te parece que lo más horrible y lo más feo que te pudo haber pasado, siempre viene algo mejor, de esto que nos esta pasando, tenelo por seguro que algo mejor va a salir, de la historia de Nicaragua tiene que salir algo bueno de esto, y ya esto que estamos haciendo, construir memoria, recordar, ya el hecho de que todo está documentado en teléfonos, documentado en lo que sea ya eso hace diferente todo esto, ya no va a ser igual que antes porque ya no hay manera de negarlo tampoco, ni las masacres, ni los muertos, ni los desaparecidos, ni los torturados, no los podes desaparecer, ya no, no con la era digital, no hay manera, entonces definitivamente creo que es hacia la no repetición, ese tiene que ser el camino y los chavalos están claros, me alegra que los chavalos lo tengan más claro de lo que yo pensaba… los chavalos lo tienen claro todo, de qué es lo que quieren ellos”.

“Creo que sí vamos a ser el primer país en Centroamérica que vamos a cambiar la ruta de la democracia, hacia una democracia más participativa, tenemos madera para hacerlo, y tenemos historia para hacerlo, y cuando te digo a una democracia más participativa es a cambiar la forma en como se eligen por ejemplo los presidentes. Yo pienso y digo cómo sería una buena manera de evitar el caudillismo, bueno, definitivamente el de la no re-elección es una de las maneras más eficiente, pero cuando digo democracia más participativa es porque tiene que crearse a partir de esto una manera en que el Estado y el pueblo se conviertan en algo a-partidario, ¿Se podrá?, porque sólo así me imagino que podes sacar adelante un país, que va en la participación del pueblo pero no con un partido político, si no como pueblo. Cuando yo vivía en Ometepe me tocó hacer mi servicio social en Balgue que es una comunidad bien alejada en ese momento que era el volcán madera, preciosa cuando yo viví ahí pero era pobre, pobre, pobre,  pero tenían una especie de consejo de ancianos -decía yo a todos ellos- eran de una cooperativa y entonces entre todos ellos, los seis, decidían cómo iban a hacer con el dinero de la cooperativa entonces ellos decidieron por ejemplo invertirlo en el tema del agua para la comunidad de Balgue… todos se ponían de acuerdo en el tema del agua…te estoy hablando del 2000 (¿Seguirá así ahora me pregunto yo?)… existían esos seis líderes que hacían todo diferente, no era uno, eran seis….Yo sueño que para todos estos chavalos que dieron tanto, esa posibilidad exista, de ver una Nicaragua diferente, y me asombra cuando hablas con ellos, de como están claros de lo que quieren, no es la mayoría verdad, pero ya hay una tendencia creo yo, una tendencia que es difícil de erradicar…Yo siento que en la clase política tradicional eso no existe y también siento que dentro de lo que es los empresarios que es una parte importante de la sociedad, de los que rigen la sociedad en este país, también siento esa tendencia de volver al caudillismo, les gusta eso, sin embargo veo a otro montón de sectores que no quieren eso, entonces eso me da esperanzas”.

Este testimonio es parte de una serie de entrevistas que abren la ventana a los recuerdos relacionados con la Revolución Sandinista, así como sobre los sucesos vividos en Nicaragua en el año 2018. El único objetivo es agitar las memorias personales para aprender del pasado a través del  ejercicio de soltar «lo que no se ha dicho»  y de reflexionar a partir de la experiencia individual y colectiva. Usted está invitado, invitada, a sacar sus propias conclusiones / Las entrevistas se realizaron como parte del trabajo final presentado en el diplomado Memoria y Comunicación impartido por la Universidad Centromericana, UCA en 2019

Notas

(*) La imagen de los héroes caídos corresponde a un mural de 1979. Es tomada del libro La Revolución es un Libro y un Hombre Libre, publicado por el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA) de la Universidad Centroamericana UCA.

(*) El 28 de Febrero de 1983 mueren en combate enfrentando a la «contra», 23 jóvenes miembros del batallón de reserva 30-62 en Río Blanco, Matagalpa. Se les conoce como los mártires de San José de las Mulas (Tomado del artículo «De los Muchachos, sus Nombres y sus Rostros, Memorias del Presente, Pasado y Futuro, de Mara Martínez, comunicadora social, fotógrafa y analista de imágenes para el uso social de las mismas)

(*) Para entender a los vivos en Nicaragua, es necesario empezar por los muertos: «el país está lleno de fantasmas». Erick Aguirre parafraseando al escritor Salman Rushdie en el libro: La Revolución es un Libro y un Hombre Libre, publicado por el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA) de la Universidad Centroamericana UCA. PP.258

(*) La generación Z nace entre 1994 y 2010 / la generación Y es conocida como millennials, nace entre 1981 y 1993 / la generación X nace entre 1969 y 1980

2 respuestas a “La hija del héroe

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  1. Querida Mary, que infancia más dura la de Rosalia y su hermana 😔 Hoy muchas familias están igual que Rosalia. Rosalia hoy puede ser La Niña de 4 años hija de Franco Valdivia ( + abril/20/18 – Estelí ) huérfana de padre muerto de un disparo certero de francotirador en medio de una manifestación frente a una plaza en Estelí.

    Los paralelismos que encontraremos entre los 80’ 90’ los silenciados 2000 y el despertar de abril de 2018 son innumerables. Dios te permita querida amiga, los puedas encontrar para así los compartas con nosotros tus lectores.

    Gracias por compartirme tus escritos, éxitos

    De tu amiga Doribel 😊

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