Niño Dios justo

Por María Xavier Gutiérrez

¿Es la navidad una época justa? 

¿Se puede tener una navidad sencilla y feliz?

¿Cuántos juguetes necesita un niño para ser feliz en navidad?

Mujer Urbana ya casi cerrando el maratón de recuerdos navideños, sumamente agradecida con los amigos y amigas del blog que con valiente honestidad compartieron detalles de sus historias personales, algunas con encanto y algunas con reveses de drama, porque así es la vida.

El recuerdo navideño que revelo hoy es de una persona muy especial, la madre de mi esposo -no me gusta la palabra suegra-. Ella tuvo una infancia, juventud y ha tenido una vida feliz, además cuenta con gran talento para compartir positivismo, para agrupar a la familia, para cocinar, para salir adelante a pesar del dolor, y sobre todo, para hacerte sentir que te quiere un chorro.

Pinita y Miguel con cinco de sus seis hijos. Ella carga en brazos a mi esposo.
Pinita y Miguel con cinco de sus seis hijos. Ella carga en brazos a Francisco, mi esposo.

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Pinita cuenta que…

«La venida del Niño Dios la esperaba con una gran ilusión. La vida entonces era muy sencilla y yo también era tan sencilla que creía que era El Niño Dios el que me ponía los juguetes que tanto alegraron mi niñez. Todo eso a pesar que El Niño Dios para mi tenía nombre, porque el que me traía los juguetes era El Niño Dios de mi tío Chepe, que era mi padrino o el de mi papa y mama.

Fiesta o cena no había porque la familia de mama eran comerciantes y tenían una gran tienda donde todos trabajábamos ese día y nos acostábamos temprano y cansados. Mi abuela materna tenía un gran almuerzo el 25, pero yo no recuerdo que asistiéramos los chiquitos de las familias. La noche del 24 era para mi la gran felicidad y me quedaba feliz en mi casa disfrutando los regalos que había recibido del Niño Dios.

En una ocasión recibí una casita de metal, ahora son muy comunes de plástico. Tenía pintado todos los lugares de la casa: sala, comedor, dormitorios, cocina, baño e inodoro, terrazas, etc, venía con todos los muebles en miniatura para colocarlos en cada lugar, incluido el inodoro. La ponía sobre el piso y uno jugaba acostado. Fue la novedad del vecindario. Todas mis amigas querían llegar a jugar conmigo. En otra ocasión su regalo fue una cocinita eléctrica y creo ahí nació mi vocación por la cocina. Otra Navidad recibí un vestido para ir a piñatas. Uno tenía pocas cosas y por eso las apreciábamos tanto. Eso era lo común, no porque fuéramos una familia de escasos recursos, si no porque así era la vida entonces, sencilla. Y éramos muy felices. El famoso vestido, lo use para tantas piñatas que yo lo llamaba «el vestido de mi tío Chepe». Hasta qué descubrí que El Niño Dios eran mis padres, entonces se perdió toda la magia.

A mis hijos siempre les dijimos que El Niño Dios quería que todos los niños y niñas tuvieran juguetes y que nosotros los padres y tíos o primos éramos los que se los comprábamos, por eso los juguetes sólo los recibían los niños de familias que tenían dinero. No queríamos mostrarles un Dios injusto. Sin embargo una hija nuestra nos lo reclama porque dice los privamos de esa emoción.

Ya casada me uní a la Navidad de la familia de mi marido, donde mi suegra se esmeraba en una bella celebración y una deliciosa cena, junto al bello Nacimiento que adornaba con tanto arte bajo el gran árbol de Navidad.

Mi mama siguió la tradición del almuerzo el 25 hasta su muerte a los 99 años. Sus descendientes llegaron a ser 109, por lo que se le hacía difícil comprar tantos regalos. A cada uno de los hijos nos hacia un gran regalo, pero con el resto hacia rifas por sexo y por edades. Siempre fue muy alegre el podernos reunir todos, ese gran día y la emoción de ganarse un premio. Yo sigo esa misma tradición del día 25 y de las rifas.  Y aunque ya Miguel, el papi no está físicamente entre nosotros, el siempre está, juntó con Jesús -el recién nacido-, en el centro de nuestra celebración».

Una respuesta a “Niño Dios justo

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  1. Pinita, tantos recuerdos lindos de esa infancia que tuvimos la suerte de vivir. Como era bella la simplicidad de la vida que luego nos ayudo a ser más consecuentes con la que nos ha tocado vivir. Gracias por recordarme esos tiempos, yo los añoro y continuo la tradición de hacer el nacimiento con todo el amor con que lo hacía mi mama. Por este medio invito a los que quieran venir a verlo a visitar al niño Dios de la tía Virginia. El tema de mi nacimiento este año es nuestro lago al que tenemos y debemos defender. Besos

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